
Pienso en tus labios como solitarias llanuras perdidas entre membranas.
Son balsas con frágiles siluetas de Medusa.
En ese instante acierto a tocar tus comisuras con la punta de mi nariz.
Me abrazas porque me sientes como un pájaro indefenso, indulgente con mis hombros.
Los acaricias incrédulo al observar cómo mi piel ha tomado un cariz poroso.
Absorto en mi boca, prohíbes que te regale ninguna declaración amorosa.
Ni siquiera el zumbido de unos vecinos nos distraen.
Fijas tu boca a la mía.
Entre labros y clípeos se congela un segundo mi vida.
(Imagen: Frank Horvat)
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