sábado, 15 de mayo de 2010

EL FURTIVO ELIXIR


Camina errante mi mano sobre tu acerado cuerpo.
Lamo tu piel.
En silencio dibujas una pirueta con mis piernas.
Ocioso, jugabas con mis pechos como bayas entre los dientes.
Las ropas en el suelo son testigos callados del adulterio.
Tantas noches soñadas con nuestros cuerpos desnudos han trazado un mapa perfecto.
Me dejo besar hasta que un torrente de hormigas desata una hilarante carcajada.
Sin cordura, reímos.
Inclinada prona, olfateo tu vientre, vergel sagrado.
Tomo el cáliz con ambas manos.
Acaricio el ápice.

***

No consiente tu mano que mis labios roben esas fortuitas gotas de simiente.
Fuerte, levantas mi cuerpo como un tronco seco.
Para calmar tu deseo, buscas una cueva profunda defendida por fuertes filamentos.
Los dedos palpan un hueco húmedo y cálido.
Descubro hipnotizada que no has superado la fase oral freudiana.

***
Y me besas.
Y me muerdes.
Y me penetras.
Y me aprietas contra la pared.
Y me murmuras seductores arrullos.

***

Me giro y retuerces mi melena.
Tu cadera lucha con la espina dorsal.
Con pausados movimientos voy conociendo las partes de tu sexo.
Me impulsas con la energía de un martillo.
Suave, suave, suave; ahora suave.
Y ríes.
Dices sentir fluir un líquido lubricante y pegajoso dentro de mi vagina.

***

Reclinado en la cama, me posees sentada sobre tí.

Mis piernas entrelazan un nudo prieto.

Aprisionas la espalda en el intento de ahondar en mis cuencas.

Con disimulo mides mi cuerpo; lo metabolizas.

Para entonces ya has sentido un cierto desapego.

Como un desvío de la lujuria al terreno del consuelo.

Finges normalidad y me besas.

Me sabes indiscreta.

Indago sin cortapisas palpando la esfera del chantaje emocional.

Vuelves en tí antes de derramarte sobre mi pelvis.

Tu doble personalidad alimenta mi entusiamo a la par que me provoca un estado de ensoñamiento profundo.

(Imagen: Bill Brandt)






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