jueves, 13 de mayo de 2010

ABEJAS EN EL MES DE ABRIL


Aquél fue un duro invierno.
Los días finían pronto, dejando un reguero de húmedas manchas en el suelo.
El agua hacía enturbiar los atardeceres.
Con hastío luchabas frente a la melancolía; perdías una batalla tras otra.
Un par de comunicaciones esporádicas fueron toda nuestra relación estacional.
Aquél fue un invierno demasiado duro.

***
Con la primavera sentimos renacer un conato de amistad.
Todo un año había crecido desde la última vez que te ví.
Hoy ha pasado una semana.
De noche, sucumbo a la tentación de tenerte.
Por el día, a intervalos constantes lamento haberte encontrado.

***
Accedí a nuestro encuentro sin dejar de atormentarme.
Cuando apareciste hilvanabas sosiego.
El espacio entre tú y yo se había convertido en un indefenso himen.
Durante los primeros minutos sólo hablamos de ilusiones perentorias.
Pronto perdieron el encanto.
Ávido, ahondaste en el grano de aquella cita.

***
Para ambos iba a convertirse en la primera infidelidad.
Estábamos frente a frente como promesa a tantas cavilaciones.
Sin escapatoria, respiraba lo que desechabas.
Tu hálito era suave y tu cuello una firme pilastra romana.
Podía reflejarme en tu sudor.
Cerré los ojos para evadirme de mi imagen.

(Imagen: Henry Cartier-Bresson)

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