sábado, 24 de abril de 2010

DIRECCIÓN: TANATORIO



Unos instantes después de recibir la fatal noticia, tomamos un tren con destino al corazón de la tragedia. En nuestra huida hacia la estación, corríamos cuales átomos luchando contra la resistencia y el rozamiento. En un momento sentí que mi zapato se había roto y me impedía conseguir llegar hasta la línea de meta formada por los separadores del control de acceso a la zona de embarque. Descalza, con aspecto enfermizo, debí ser tomada por una demente.

El paisaje que invadía mis ojos apenas se materializaba en la retina. Descompuesto en una gama cromática violácea y azulada, sus destellos me arañaban como afiladas cuchillas. Cuando llegábamos a algún pueblo con estación, el tren descendía su velocidad, recobrando el paisaje su esencia de formas, masas y perspectivas. Mi mirada, absorta en demoledoras pesadillas, sólo captaba mensajes de muerte: TANATORIO SUR MADRID; FUNERARIA HERMANOS GÁLVEZ.

Llegamos al Hospital. Éramos grises, éramos blandos, éramos imperceptibles. Sentada en la parte trasera del coche, veía las indicaciones. Eran carteles donde aparecían señas para dirigirse a Urgencias, al Aparcamiento, al menos eso creo porque yo sólo miré en una dirección: la del Tanatorio.

(Imágenes: William Eggleston)



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