viernes, 5 de marzo de 2010

EL ABURRIMIENTO (I)



Y van descontando los días porque de uno en uno los minutos se apagan y dejan su paso a otros minutos. Han pasado 7 meses y 8 días desde el accidente. Hace 7 meses y 1 día, inconscientemente, quise que llegara el día de hoy o de ayer o de anteayer porque pensaba entonces que en el futuro se posaba la solución. Que en el trascurso del tiempo mi hermano mejoraría e incluso se recuperaría. Ahora soy más cauta. Más serena. Menos soñadora. Más tediosa.

Porque mi estado de ánimo se acerca al aburrimiento. Al menos desde la óptica de un profano de la psicología, mis humores actuales sólo me recuerdan a los propios de la atonía. No se trata de un estado físico de debilidad; me fallan las ilusiones ante el futuro. Para que me puedas entender, me siento como la ramita de perejil que cortaste y dejaste en la nevera abandonada y quisiste poner en tu sopa días más tarde. Ahora es débil, mortecina porque su clorofila la ha absorbido el frío de la estepa frigorífica.
(Chema Madoz)

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