jueves, 4 de marzo de 2010

EL ÁNGEL CAÍDO (IV)


Cuando el juicio de la razón se halla turbado por una niebla fría llamada confusión, la mente se llena de hurracas negras que gritan asustadas. Mi hermano se encuentra fuera de sí. En un estado de ensoñación médica por el que sus ojos vislumbran telas de arañas o cristales rotos donde antes hubo cielos azules y praderas verdes.

Ella, la que aguanta los pesares de mi hermano, ve su brazo batido por el peso de los cardenales, provocados por la ira de un hijo asustado. Encuentra las fuerzas en su ombligo, antiguo canal de alimentación conjunta.

(William Klein, Little Italy)

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