martes, 29 de junio de 2010

MINUTA OBLIGADA


Sin prever un preaviso pretendo prescindir de lo pretérito porque a veces me obstaculizo con obscenos obsequios de flagrante flagelo. ¿Y a quién le hiere?

Hoy me he levantado laberinto. Escuché la brisa de los sonidos que riegan los campos de la campiña donde nací. Soy una vid. Trepadora, retorcida. Mi cuerpo es nudoso y áspero. Lamo los terrones secos de tierra. Si pasas a mi lado, las raíces te harán la zancadilla. Te lo tienes merecido. Ayer me creí avispa. Husmeaba entre los olores agretes de la viña. Ya saciaba mi apetito entre las peguntosas grietas de las uvas, ya pacía mansa.

***

Despierto en la oficina con el flexo que continúa apuntando a mi sien. Siento como mi cabeza se cree tampón y bate contra la mesa. De frente a la pared, soy un burro castigado. Esta mañana me soñé como una muñeca en tus brazos. La tocabas despacio mientras el ruido de tus caricias encendía mi excitación. Pero sólo a una distancia de un metro se encuentra la mesa del jefe. Rechina entre dientes, se queja por los bancos.

(Imagen: Francesca Woodman)

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