
Cambios, vueltas, giros, rumbos, espirales. Así me encuentro esta semana. El domingo me reuní con él. Creo que notaba mi presencia desde que salí de la estación de trenes. Apenas llegué al patio que conduce al pequeño apartamento, supe que me miraba. Hacía algunas semanas que no pasaba a verlo. Siempre ando envuelta en mil faenas diarias: "la vida continúa", me dijeron un día los celadores del Hospital.
Cuando me aproximé, sus ojos se fijaron en mis labios. No quería ser besado. Éste fue el comienzo de la guerra fraticida que lidiamos durante todo el día. ¿Porqué no querrá que lo bese, ni que lo toque? Ninguna idea concreta me insinuaba su propósito. Apenas me miró ni un segundo. ¿Me querrá castigar, reprender por no venir más a menudo?, pensé.
El final del día fue fatídico. Su odio salió como un aullido feroz, incapaz de contener su repulsa instantánea y visceral hacia mí. "Me das asco", gritaba. Hoy es martes, ayer fue lunes y no llamé. Quizás tenga razón. Quizás no sepa manejar esta situación. Quizás tenga miedo a su odio.
(Cristina García Rodero, Madre e hija)
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