
Y hoy me besas
sólo porque no sabes dónde están mis dientes.Porque descubres impío la losa templada
de unos cubos pesados a la sombra.
Quieres oler el polvo que dejan los rascacielos
de esta ciudad en mi cintura.
Tú, que poco diste a la luna,
castigas con pena la sequía de este amor injusto.
Me sigues lazarillo mientras burlo la sombra de tu cuerpo.
Eres al tiempo impaciencia y ternura
como esa noche que escapamos para ver amanecer.
(Imagen: Alberto García-Alix)
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