martes, 23 de marzo de 2010

EL ÁNGEL HERIDO (VI)


Me retuerzo como una víbora segregando ácidos en mi estómago; entre efluvios y ásperos latigazos lamento no haber ido al Hospital. Para qué, he repetido durante estos días si, agresivo y malicioso, golpea nuestras consciencias con despectivas palabras: puta, hija de puta, te odio, eres un cabrón. Para qué, sigo pensando. Para aliviar del peso a mis maltratados padres, para tomar mi porción de cólera, para sucumbir a su juego de provocación.

Nos hallamos en un túnel sin salida: tras meses sin tomar su medicación, su cerebro responde a voces al caos interno. Mientras, pasa los días acostado, sin rehabilitación posible. Sin medicación, no hay posibilidad de avance y sin avance, a casa. No quiero imaginar la situación de unos padres indefensos, acobardados e inexpertos ante semejante panorama: una casa sin adaptar, un pueblo sin prevenir, falta de profesionales y lo más cruento: gritos, insultos, burlas, golpes de una persona fuera de sí.

Tú no eres mi madre.

Tú no eres mi hijo.

(Vanessa Beecroft, White Madonna with twins)

No hay comentarios:

Publicar un comentario