sábado, 3 de enero de 2015

UN DESIERTO SIN ESPINAS (Primera Parte)



Amo las limitaciones porque son la causa de la inspiración
Susan Sontag 

Para Manuel

Todavía, y ya habían pasado unos meses desde que llegó, se sentía disperso en aquella ciudad. Lo pensaba a diario, como si ese vacío viniera a formar parte de la rutina más monótona y aburrida a la que secretamente aspiran todos los hombres. Él veía cómo sus días aún destellaban con el brillo de lo incómodo. Cada mañana, al despertar sus ojos a la luz, sentía en lo más profundo una descarga de adrenalina necesaria para sofocar a la razón y detener la tentación del regreso.


No era la primera vez que estaba fuera de su clima. Ya había vivido esa experiencia. La había vivido en otras tantas ocasiones. Pero esta vez era del todo diferente. Podía y debía ser la definitiva. Atrás solo le quedaba una vida de soledad y fracaso. De rarezas acumuladas que él intentaba camuflar detrás de un traje gris y una mirada plomiza que le hacían múltiple de otros de su especie. Una especie onmívora y depredadora que cree obrar a favor de la justicia.


"Correr en contra de tu destino" - pensaba - "no tiene porqué suponer una huida". Otros lo había hecho antes y nadie les culpó por intentarlo. Su caso no iba a ser diferente, él había tentado a su suerte y allí estaba, en medio de una gran metrópolis a punto de convertirse en un hombre de éxito. No siempre el pasado es el encargado de escribir la historia.

(Imagen: Stanley Kubrick)



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