lunes, 1 de septiembre de 2014

SIEGA DE DÍA


Cuando la canina afloja, deja a su paso un reguero de profunda y pesada melancolía. Los calmos se niegan a florecer, las viñas despiden la temporada y la tierra se abre a gritos como los amantes que desafían a la aurora en una perezosa lucha por prevenir el sueño.

Te sitúas a mi vera, tan cerca que puedo oír el leve aullido de las gotas de sudor que se deslizan por tu vientre. Acabas de susurrar mi nombre y te pido que lo repitas tantas veces como tu boca sea capaz de pronunciarme, antes de que la siega de la mañana desvele el verdadero color del día, antes de que tu última mirada sea para buscar tus zapatos bajo mi cama.

(Imagen: Henri Cartier-Bresson)

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