viernes, 29 de agosto de 2014

DE RITOS Y DETRITOS


Como si una bendita maldición se hubiera acodado a mi lado, se me prohíbe salir de esta fabulosa jaula. El aire aquí dentro empieza a ser pesado y el cemento donde apoyo mis pies se resquebraja formando grietas que parecen invisibles a los ojos de otros. Pero hoy despierto con un no sé qué extraño, un zumbido que recorre mis pies, agita las rodilas y aligera los muslos. Como hacía tiempo que no ocurría, se despabila un sentimiento agónico de "ay, si me abrieras la puerta, entraría sin cerrarla".

Quiero estar aquí dentro, protegida por tus cien kilos de puras caricias y besos que no se abren como si viviéramos un primitivo rito de apareamiento. 

(Imagen: David Bailey)




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