sábado, 9 de noviembre de 2013

FUMAR Y LAMER


Esta noche no sé si es más fuerte la falta absoluta de inspiración o las ganas insoportables de fumar. Contra mi incapacidad de crear nada agradable pruebo a provocarme con imágenes duras, sexuales, combatidas, adolescentes de recato. A ver si me animo un poco y se me ocurre algo ingenioso. No solo estoy pensando en este espacio, al que aburro más allá del bostezo con visitas poco regulares, hay alguien detrás de mis deseos apetitosos de parecer inspirada, alguien que ni se imagina que esta noche ocupará mis sueños cuando bien podría también ocupar mi cama. Ese alguien fuma. Y lo hace sin pausa. Por eso siento la necesidad apetitosa de encender un cigarrillo y fumar uno tras otro hasta que el deseo se disipe entre el humo acre y violento.

Fumar y lamer deben activar la misma glándula. Cuando necesito depositar un cigarro entre mis labios y absorber el humo hay un deseo profundo que se contrae, se molesta y arruga hasta parecer un lienzo de piel anciana. Al lamer se expande e hidrata, concentrando un sinfín de minúsculas gotas venéreas. Una noche sin fumar y/o lamer solo acaba en la escritura o en el sueño.

Imagen: Minayoshi Takada

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