lunes, 26 de marzo de 2012

El DIARIO DE CECILIA NARI [EN ROMA] III




[EN SECRETO: CUADERNOS]
Quisiera añadir en mis diarios prolongadas pausas de silencio. Jules Renard, autor de una obra magna titulada así: Diarios (1887-1919), hace uso de la ausencia de forma ecuánime y solemne: “nieve sobre el agua: silencio sobre silencio”. El vacío es un recurso que conozco bien de la pintura y que en literatura me cuesta rastrear. Sin embargo, un buen diario está lleno de cavidades sin sonidos, que solo el autor conoce a memoria:

“Querido diario: hoy vino P* y habló con C*. Me lo confesó. ¿Qué debería hacer? Ya, lo sé, lo sé. Pero no me regañes. Estoy creciendo deprisa.”

En parte, un diario es como una guía de viajes donde los adjetivos provienen de los sentimientos. Diríamos que aparecen los hitos más importantes de la vida; porque el diarista sabe que al cuaderno poco le interesan las acciones mundanas. Con los años, se pueden hacer mapas conceptuales; editar y traducir los hechos marcados por el narrador como importantes o puntuales. Cuando hablo con mis diarios les pregunto qué significado tienen las palabras apuntadas al margen. Algunas son meras llamadas al orden cotidiano, otras adquieren, al pasarles el tiempo por encima, mayor importancia que las propias entradas:
Calor, pájaro, vientre, descalzo, hipertensión, hilo, llamar a Pablo.”

Ahora sé de dónde viene el miedo a publicar un diario: los padres y las hermanas mayores. Mi madre, con su careta de sabueso, solía hurgar entre mis cosas acechando pistas de una niña tan ordenada y callada como yo. No sé qué imagen se le dibujó de mí, cuando abrió la lata de conservas donde guardaba mi cuaderno y los libros ocultos de Marguerite Duras y de Luis Cernuda. Éste último no lo leí hasta bien pasados esos años inocentes. Creo que lo guardaba a sabiendas de la intromisión maternal. En la portada de La Realidad y el Deseo no había ninguna imagen prohibida.

“Sé que cuando leas mi diario, dejarás de cocinarme spaghetti con tomate durante una semana. Será nuestro castigo mutuo.”


(Imagen: Elliot Erwin)


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