La ansiedad inunda el equinoccio del amor con su podrido aroma a vísceras animales.
Son las seis de la tarde y se alza templado el dosel de la lujuria.
Me gusta cauterizar con humo tu enfermiza boca.
Sabe a bosques de pinos ardientes y a melaza amarga.
La estación de lluvias la paso recostada en el quicio del zaguán.
Miro las gotas de agua en el estanque.
Dibujan guirnaldas florales y fósiles bucráneos.
En las horas ocultas, los braznidos de las aves ahuyentan a las mariposas.
Amor, amante, amado.
Dispendio y derroche.
Aura contra lodo.
(Imagen: George Hoyningen-Huene)
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