miércoles, 8 de diciembre de 2010

MI PIEL ES CRASA BREA


No es competencia del corazón comprender el ritmo musitante de la locura. El amor, que se defiende en una fortaleza de versos eternos con su aire pudrido y decadente, invoca la sabia armonía de la dulzura. He mordido el cadáver del amante perdido, lamido sus llagas desiertas, me he envuelto en caricias desapasionadas que sólo buscaban la sed doliente de la indolencia.

Impávido, me has conducido entre brumas hasta el amanecer que conozco. Allí, me dejaste herida ante tu indiferencia y mi trastorno. Ahora, cuento las horas nefastas de felicidad, perdidas como aquellas nubes que inundaron el final del verano.
Ante el espejo, no reconozco mi rostro gris de sufrimiento. Tengo una arruga extensa que surca mi cara con tu nombre. He envejecido un siglo o quizás un día. Arrastro mis pasos como furtiva ceniza, dejando que se quemen las trazas de mi silueta.

Guardo la mia fronte come una noce secca, apassita.

(Imagen: Francesca Woodman)


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