miércoles, 30 de junio de 2010

RUIDO DE HOJAS SORDAS



El amor voraz es accidentado. Se intuye cuando planeas una estrategia para rebasar el límite de circulación, cuando excedes la confianza hacia tu copiloto y cuando abordas una curva a la derecha para que tu compañera se dé de bruces contra el cristal.

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Haces de mí un juguete de trapo. Mis ojos son dos botones de latón. Avistas dónde hubo nariz por las huellas borrosas que quedan aún impresas. La boca es seca, agrietada. A veces, me colocas en frente a tu cama y me miras con ternura; otras veces, me sepultas entre tus mantas y olvidas dejarme un recoveco por donde respirar. Siempre sonrío, han pintado una grotesca sonrisa en la cara.

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He salido al jardín por donde plantamos aquellos tulipanes. Las acacias están bellísimas, proyectan a lo lejos con su sombra un soberbio baobad. La calima de hoy ha dejado mustias a las hortensias. Miran al suelo. Me transmiten desamparo, el azul de sus pétalos me ha traido tu recuerdo. Me sienta bien esta calma; la siesta la paso sentada en el porche donde el sol se bate a duelo con mi piel. Me gusta la sensación de pesadumbre que provoca el calor extremo. Así siento el peso del mundo. Me gusta oír los lamentos de los grillos. Me gusta el ruido sordo que dejan las hojas.


(Imágenes: Edward Steichen)

1 comentario:

  1. Me gustan muchísimo tús relatos, tienen una increíble atmósfera, son oscuros, perturbadores, necesarios...
    Las fotos son parte esencial del relato. Quizás la buena crítica debería hacerse en base a no relatar la foto, sino a aprovisionarla de recursos poéticos para ampliar las plabras. No son mil, son miles.

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