
El buen amigo es como un velo. Una fina capa de tejido vaporoso que cubre tu pelo para que no te salpique la lluvia. Un tamiz que filtra las impurezas. Una membrana que te protege de los golpes. La duramadre que te vigila suave, suave casi imperceptible.
Cuando los veía sentados en los pasillos del Hospital durante el mes de dura reclusión y hastío vacacional que nos impuso involuntariamente el accidente, pensaba si mis propios amigos se formarían en fila india hasta esperar cualquier noticia de mi mejora. ¿Serían tantos como en la fila de un autobús para Siberia o tantos como una procesión de Semana Santa? ¿Sacrificarían su descanso y diversión por horas de menú sin sal y cigarrillos a 40 grados?
(Imagen Harold Edgerton)
Cuando los veía sentados en los pasillos del Hospital durante el mes de dura reclusión y hastío vacacional que nos impuso involuntariamente el accidente, pensaba si mis propios amigos se formarían en fila india hasta esperar cualquier noticia de mi mejora. ¿Serían tantos como en la fila de un autobús para Siberia o tantos como una procesión de Semana Santa? ¿Sacrificarían su descanso y diversión por horas de menú sin sal y cigarrillos a 40 grados?
(Imagen Harold Edgerton)
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