miércoles, 14 de abril de 2010

EL CONSUETO CLAMOR DE LA PEREZA



Acostumbrada a decir poco con muchas palabras, me entrego a la síntesis; L. siempre me perseguía con esta cita: "la sencillez es una estación de destino, nunca de salida".

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En mi imaginación se destilan sueños con secuencias de un amor imposible; acurruco instantes preciosos de una vida que no me pertenece. Será que de tanto temer a la realidad, mi único consuelo eres tú. Compartimos el hilo de una comunicación íntima, con tiernas e ingeniosas intenciones. Mírame y sabré cómo de profundos son tus deseos.

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Viviendo a expensas del hospital, nunca llegan noticias extraordinarias. Desde hace dos semanas esperamos la admisión en un centro de lesiones cerebrales adquiridas. Ya en la entrevista previa que mantuvimos con la responsable del paciente, nos alertaron de la franca imposibilidad de entrada. Cuenta la historia del hombre que en estos casos toda influencia nunca es suficiente.

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Hoy contestó el centro de lesiones cerebrales. Su respuesta: hacer un reconocimiento físico y psíquico a mi hermano, lejos que cualquier informe. Hemos respirado aliviados. Al menos no han descartado el caso por la dificultad que entraña. En estos momentos, sueño con ser una neuróloga, activista de la imposibilidad, que levante su mano en el consejo de expertos y diga: "yo lo curaré".

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Dije que sería clara. Mentí.

(Imagen: Helen Levitt)


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