
Cuando esté vieja, gris y soñolienta
me pasearé desnuda, con la cabeza altiva
arrastrando suavemente los pasos por la habitación con chimenea.
Mi pelo recordará a las altas colinas que anduve
y mi piel se verá desprovista del pétreo aroma a malvas.
Los antiguos amantes serán para entonces viejos sabuesos
y sólo quedará el hombre que me amó mientras sufría.
(Imagen: Alexander Rodchenko)
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