

Hay en mí dos realidades que resplandecen desnudas: una, la verdadera, es una mujer indiscreta, deslenguada, vulgar y mentirosa que no consigue controlar las relaciones con los demás y huye. Esta persona, que odia hablar por teléfono, cuando va a una fiesta busca ser el foco de atención, siempre persigue gustar y agradar y de veras no comprende cómo le van las cosas tan mal cuando ella sólo es quién los demás quieren que sea.
La otra careta tiene los ojos mirando hacia el suelo, es alguien muy tímido e inseguro que quisiera permanecer todo el día en silencio, dormir hasta tarde y no tener nunca visitas. En su imaginación se comporta como una buena amiga, permanece siempre en un segundo plano y también concentra el objetivo de todas las miradas por su carácter taciturno y melancólico.
(Imágenes: Berenice Abbott y Lillian Bassman)
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